junio 18, 2009

HITLER Y SU FINAL SUICIDA..


TRES SEMANAS DESPUÉS del derrumbe de la Alemania nazi, el mayor Iván Nikicine, comisario delegado de la policía de seguridad soviética, informaba desde Berlín que, contra lo que generalmente se daba por cierto, ni el Führer se había suicidado en su refugio subterráneo, ni habían incinerado su cadáver..., si en realidad había perecido. Esa sigue siendo en este año de 1951 la versión oficial que dan los rusos. El Servicio de Información del general Eisenhower ordenó en 1945 que se procediese inmediatamente a investigar a fondo los hechos. Comisiones especiales de expertos norteamericanos, ingleses y franceses, fueron reconstruyendo pun to por punto los últimos días de Hitler. Las 28 personas que acompañaron al dictador alemán en los días de la batalla de Berlín se hallaban en poder de los aliados occidentales
En la tarde del 30 de abril de 1945, a eso de las 2,30, Adolfo Hitler tomó asiento al lado de su esposa en el refugio subterráneo llamado el Führerbunker, mordió el cañón de una automática Walther y apretó el gatillo, en tanto que Eva Hitler trituraba entre los dientes una ampolla de cianuro. A las 10.30 de la noche, el general Rattenhuber y unos soldados de la Guardia Selecta sepultaron en los jardines de la Cancillería lo que aún restaba de los cadáveres, a los que habían prendido fuego varias veces después de empaparlos en gasolina.
Hitler había envejecido súbitamente. Encorvado, vacilante, arrastraba un pie al caminar y le temblaba perceptiblemente el brazo izquierdo. Pero ahora, rodeado de áulicos que murmuraban frases de felicitación, su voz era tan incisiva y su mirada tan centelleante como en los mejores tiempos. En la conferencia que se celebró después, los sátrapas del Tercer Reich se resistían a dar crédito a sus oídos. Cuando el mariscal Wilhelm Keitel trató de pintarle a Hitler la gravedad de la situación, Hitler lo hizo a un lado con ademán de impaciencia, diciendo ásperamente: “¡Absurdo! Los rusos llevarán la más sangrienta de sus derrotas ante las puertas inexpugnables de Berlín.
El baile, cada vez más ruidoso, se prolongó hasta la mañana. Del Führerbunker llegó repetidas veces orden de guardar silencio, pero nadie hizo caso. El 30 de abril a la hora acostumbrada, dos de la tarde, sirvieron a Hitler el almuerzo. El Führer estaba pálido y silencioso, pero comió al parecer con apetito. Al levantarse de la mesa, pasó con su esposa al corredor central donde estaban esperándolos Bormann, Goebbels y varios otros de los principales ayudantes de Hitler. Les estrecharon la mano en silencio y se volvieron a sus habitaciones. Cerróse con seco golpe la puerta frente a la cual fue a ocupar su puesto uno de los guardias del Führer. Un instante después sonó una detonación. El Reich que iba a durar mil años se había derrumbado.

Y NO DURO COMO EL LO HABIA PREDESTINADO... MIL AÑOS
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2 comentarios:

Ana dijo...

Hola Vonesad, te dejo el enlace de mi blog en el que también hablé sobre el suicidio de Hitler. Allí encontrarás dos enlaces a dos artículos que difieren en sus posiciones: http://nazismoyholocausto.blogspot.com/2008/06/se-suicid-hitler.html
Un abrazo, Ana.

VONESAD dijo...

GRACIAS ANITA ..LO LEERE

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